Mucho se ha escrito en Internet, acerca del potencial “peligro” de las verduras crucíferas en la dieta del paciente con hipotiroidismo. Veamos cuál es la situación real de este tema en la actualidad.
Las verduras crucíferas están muy presentes en la alimentación de nuestro entorno, e incluyen numerosas plantas como el brócoli, la col, la col de Bruselas, la coliflor o el nabo. El argumento que se propone en estas páginas web, es que existen unos productos derivados del metabolismo de estos alimentos, que compiten por la captación de yodo en el tiroides, impidiendo la síntesis de hormonas. En primer lugar, ya se podría responder a este argumento, que en un paciente hipotiroideo, en tratamiento con hormona tiroidea, el tiroides no funciona aunque se le aporte la suficiente cantidad de yodo. Ya se le aporta la hormona como tratamiento. Pero es que, ni siquiera en los pacientes con hipotiroidismo subclínico sin diagnóstico ni tratamiento, se ha demostrado que este tipo de alimentos sean dañinos para su tiroides. Las verduras crucíferas contienen componentes llamados glucosinolatos, que se metabolizan en isocianatos. Estos compuestos, han demostrado un potente efecto protector ante numerosos cánceres, incluyendo el cáncer de mama, próstata, cáncer colorrectal, cáncer de vejiga y cáncer de pulmón. De hecho, estas verduras también protegen del cáncer tiroideo. La preocupación sobre los efectos potenciales de las verduras crucíferas sobre la función tiroidea proviene de estudios sobre modelos animales, que sugerían que determinados productos de la degradación de los glucosinolatos podrían interferir con la síntesis de hormona tiroidea o competir con la captación tiroidea de yodo. Sin embargo, estos son publicaciones muy teóricas y no se han demostrado estos efectos sobre humanos. No se ha demostrado en ningún estudio sobre humanos que exista una deficiencia de la función tiroidea derivada del consumo de verduras crucíferas. Se ha realizado un único estudio que conozcamos hasta ahora, en el que no se observaron efectos sobre la función tiroidea en pacientes que consumieron 150 g de coles de Bruselas cocinadas diariamente durante un mes. El consenso científico actual es que las verduras crucíferas podrían ser únicamente perjudiciales para la función tiroidea en casos de deficiencia de yodo o de insuficiente ingesta de yodo. La deficiencia de yodo es un problema que pueda aparecer en aquellos que siguen una dieta basada en verduras, dado que el yodo no es abundante de forma natural en los alimentos excepto en el pescado, moluscos y algas. La sal yodada es la fuente principal de yodo en la dieta occidental. En casos de dieta vegetariana con poco consumo de sal, podría existir una deficiencia de yodo. La alarma (circulando en internet por algunos autores) de que los pacientes con hipotiroidismo deberían reducir o evitar el consumo de col rizada u otras verduras de esta familia es, por tanto, infundada, y hace un flaco favor a la comunidad. No existe ningún beneficio en evitar o restringir la toma de estas verduras tanto en aquellos con una función tiroidea normal como en pacientes hipotiroideos. De hecho, como he mencionado, estos productos tienen numerosos beneficios anti cáncer, y se asocian con una reducción del riesgo de muerte prematura, por lo que su consumo es beneficioso. Estos beneficios son muy superiores al riesgo de una modesta y no claramente demostrada disminución de la función tiroidea, que solo podría ocurrir en casos de un consumo exageradísimo de estos productos crudos o si existiera un déficit de yodo significativo. Como siempre, la moderación y la variedad de productos en el consumo es el mejor de los consejos. Mi recomendación es consumir estas verduras de forma habitual, en el contexto de una variedad saludable de frutas y verduras, legumbres y semillas. Mejor consumir las verduras crucíferas al vapor o con ligera cocción para que no pierdan propiedades. Y asegurad un consumo adecuado de yodo. Image courtesy of Bill Longshaw at FreeDigitalPhotos.net Referencias: Higdon J, Delage B, Williams D, et al: Cruciferous vegetables and human cancer risk: epidemiologic evidence and mechanistic basis. Pharmacol Res 2007;55:224-236. Liu X, Lv K: Cruciferous vegetables intake is inversely associated with risk of breast cancer: A meta-analysis. Breast 2012. Bosetti C, Negri E, Kolonel L, et al: A pooled analysis of case-control studies of thyroid cancer. VII. Cruciferous and other vegetables (International). Cancer Causes Control 2002;13:765-775. Higdon J, Drake VJ: Cruciferous Vegetables. In An Evidence-based Approach to Phytochemicals and Other Dietary Factors 2nd edition: Thieme; 2013 Krajcovicova-Kudlackova M, Buckova K, Klimes I, et al: Iodine deficiency in vegetarians and vegans. Ann Nutr Metab2003;47:183-185. McMillan M, Spinks EA, Fenwick GR: Preliminary observations on the effect of dietary brussels sprouts on thyroid function. Hum Toxicol 1986;5:15-19. |
AuthorDra.Maria José Hurtado Archives
Febrero 2019
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Todo
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