No resulta extraño en mujeres de mediana edad el comprobar como experimentan una debilidad progresiva y pérdida del cabello.
Habitualmente, se trata de mujeres en la cuarta y quinta décadas de la vida, probablemente en su mejor momento personal y profesional. A pesar de encontrarnos en una sociedad que consideramos “avanzada”, existen algunas condiciones, que todavía generan cierto rechazo social y cierta vergüenza en las personas que las padecen, y la alopecia en las mujeres jóvenes es probablemente una de ellas. Esta condición, puede limitar las actividades habituales de las mujeres que la padecen, llevando incluso a iniciar o agravar cuadros de depresión que suelen asociarse a las alteraciones hormonales producidas por la menopausia o por otras patologías como el hipotiroidismo. En ocasiones, cuando se sufren estos problemas, se pueden achacar a la edad, la menopausia, el estrés o incluso a factores genéticos: “ya le ocurrió a la abuela”…Indudablemente algunos de estos factores pueden influir en la aparición de alopecia, pero hay otras razones frecuentes y menos conocidas. La buena noticia, es que existen muchas razones médicas que pueden explicar esta condición, y sobre las cuales se puede realizar tratamiento recuperando el cabello perdido y evitando la caída del mismo en el futuro. El hipotiroidismo sin diagnosticar o mal controlado La caída de cabello es uno de los síntomas probablemente más característicos del hipotiroidismo. El hipotiroidismo puede permanecer sin diagnosticarse durante muchos años, bien porque aparece como una variedad de hipotiroidismo subclínico, con niveles normales o casi normales de TSH, o bien porque aparece con síntomas como la depresión o el estreñimiento que no se relacionan con la enfermedad. El déficit de hormona tiroidea determina una alteración del desarrollo del cabello, con fragilidad y pérdida del mismo. La anemia Pero además, en el hipotiroidismo solemos encontrar la aparición de una anemia asociada, originada por la falta de estimulación de producción de los glóbulos rojos por las hormonas tiroideas. La anemia, es una causa bien conocida de pérdida del cabello, que pueda aparecer también en el hipotiroidismo o bien por otras causas como abundantes sangrados menstruales en la perimenopausia o por falta de hierro en la dieta. Déficit de zinc Recientemente, se ha relacionado también la aparición de una alopecia severa en casos con déficit de zinc. Además, se ha demostrado, que la deficiencia de zinc es también una causa de hipotiroidismo, ya que el zinc participa en la formación de numerosas enzimas que intervienen en la cadena de producción de hormona tiroidea. En el caso de déficit de zinc, la pérdida de cabello comienza en la región occipital y se puede extender al resto de la cabellera. En los casos severos, puede haber una pérdida total del cabello y de las uñas. Por lo tanto, el déficit de zinc únicamente ya es una causa de pérdida del cabello, pero es que además genera hipotiroidismo, habitualmente subclínico, que es otra de las causas de pérdida del cabello y que además puede determinar la aparición de una anemia para agravar el cuadro. El diagnóstico del hipotiroidismo subclínico, no puede basarse únicamente en la valoración de TSH, ya que puede estar dentro del rango normal, sino que a veces hay que hacer un análisis más exhaustivo de hormonas tiroideas, anticuerpos antitiroideos, y fundamentalmente basarse en la exploración clínica, en la sintomatología de las pacientes y en el estudio estructural mediante ecografía del tiroides. La corrección del hipotiroidismo mediante la administración de tratamiento hormonal sustitutorio, determinará una recuperación y crecimiento del cabello caído, que aparecerá nuevamente con sus características y fuerza original. Si fuera necesario, en caso de déficit de hierro (anemia) o de zinc, se corregirían los factores mediante la administración de suplementos de estas sustancias. Generalmente, la anemia asociada al hipotiroidismo, desaparece con el tratamiento de éste. Image courtesy of marcolm at FreeDigitalPhotos.net ![]() Estas dos condiciones presentan una serie de características comunes que pueden hacer confundir una con otra aunque también pueden coexistir ambas. La perimenopausia es universal, ocurre en todas las mujeres. Entendemos por perimenopausia la transición normal o fisiológica entre los ciclos menstruales potencialmente fértiles y la menopausia, la fase final de la vida reproductiva. La perimenopausia puede comenzar a partir de la treintena hasta finales de los 40. La menopausia ocurre a una edad media de 51 años pero puede empezar normalmente entre los 40 y 55 años. El hipotiroidismo es una enfermedad que afecta más a las mujeres que a los hombres, y se diagnóstica cada vez más frecuentemente con el aumento de la edad. Aunque existen muchas causas de hipotiroidismo, la más frecuente es la tiroiditis autoinmune o tiroiditis de Hashimoto. Tanto el hipotiroidismo como la perimenopausia se asocian a unos síntomas comunes entre los que se pueden incluir el aumento de peso, los problemas de sueño, la fatiga crónica con pérdida de energía, las alteraciones menstruales (a veces incluso con sangrados profusos) o la depresión. Estos síntomas, en el caso de la perimenopausia se deben a las alteraciones hormonales y en el caso del hipotiroidismo a la caída del metabolismo por la disminución de hormona tiroidea en sangre. ¿Cómo se puede diferenciar entre la perimenopausia y el hipotiroidismo? Evidentemente, si los síntomas aparecen fuera de la edad que corresponde a la perimenopausia se debe sospechar la posibilidad del hipotiroidismo. Existen algunos síntomas típicos del hipotiroidismo, como es la caída del cabello, que no aparecen en la perimenopausia. Uno de los síntomas típicos de la perimenopausia son los sofocos y la sudoración nocturna, aunque también en ocasiones se producen disregulaciones térmicas en el hipotiroidismo. Sin embargo, en general podemos decir que los síntomas del hipotiroidismo y de la perimenopausia se pueden superponer, sin poder diferenciar clínicamente con claridad entre las dos entidades. Dada la similitud de los síntomas entre ambas condiciones, sería recomendable ante la aparición de estos síntomas consultar con su médico para realizarse un sencillo análisis de hormona estimulante del tiroides (TSH), que indicará si existe o no una alteración en el funcionamiento de la glándula tiroides. Debemos destacar, que es frecuente la aparición de un cuadro de hipotiroidismo precisamente en estas edades perimenopáusicas, con lo que se agravan y potencian algunos de los síntomas como las alteraciones del sueño la fatiga o la depresión. Sin embargo, existe un pensamiento popular en ocasiones, que tiende a minimizar estos síntomas de fatiga y depresión, considerándolos como normales en el contexto de la edad o de las alteraciones menstruales. Además, en muchas ocasiones, la aparición de estos síntomas es progresiva y muchas mujeres se “hacen” a ellos. Por lo tanto, creo que se debe conceder estos síntomas la importancia que requieren, y consultar al médico o ginecólogo en caso de duda. La perimenopausia es un proceso normal y fisiológico, con una duración definida y que no debe alterar significativamente la actividad cotidiana de las mujeres en este momento de su vida. El hipotiroidismo, es una enfermedad que requiere un tratamiento, y que en caso de no diagnosticarse, puede determinar una pérdida muy importante de la calidad de vida de estas pacientes, originando y manteniendo el aumento de peso, depresión, fatiga, insomnio etcétera, y que sería muy sencillo de controlar mediante un tratamiento hormonal suplementario. El hipotiroidismo subclínico (HSC) se trata de una situación en donde los niveles de hormona tiroidea en sangre se encuentran dentro del rango normal del laboratorio y los niveles de TSH se encuentran ligeramente elevados. Esta condición acontece en un 3 al 8% de la población general. Es más frecuente en mujeres que en hombres y su prevalencia se incrementa con la edad.
El 80% de los pacientes con HSC, presentan una TSH sérica inferior a 10 mIU/L. La implicación más importante del HSC es su elevada tendencia a la progresión al hipotiroidismo clínico. Actualmente el manejo actual de estos pacientes es la terapia con hormona tiroidea. Se ha propuesto en los últimos años el disminuir el límite superior de niveles séricos de TSH de 5.0 a 3.0 o incluso a 2,5mIU/L, aunque estas propuestas se han encontrado con críticas sustanciales. Los argumentos más importantes a favor de reducir el límite normal de nivel sérico de TSH es el mayor nivel de anticuerpos antitiroideos detectados en personas con niveles de TSH entre 3.0 y 5.0 mIU7L y un mayor porcentaje de progresión a enfermedad tiroidea clínica. El argumento principal en contra de reducir el límite superior de valor normal de TSH es que entre 22 a 28 millones de americanos (según la Clinica Mayo, en USA) podrían ser diagnosticados de hipotiroidismo sin beneficio clínico o terapéutico de este diagnóstico. Aunque aquellas personas con niveles de TSH entre 3.0 y 5.0 mIU/L tienen una mayor disposición a mostrar anticuerpos antitiroideos y una futura enfermedad tiroidea, parece razonable el pensar que la falta de evidencias de un beneficio de tratamiento con levotiroxina a estos niveles nos haga mantener el límite superior de TSH a 4.0 o 5.0 (dependiendo del laboratorio). Estos valores probablemente se incrementen en personas mayores de 70 años. ¿Es necesario realizar screening para HSC? Hasta el momento no se han establecido guías uniformes para el screening de enfermedad tiroidea con niveles séricos de TSH en la población general. Sin embargo, dada la alta prevalencia de hipotiroidismo subclínico y de factores metabólicos de riesgo asociados como la hiperlipidemia, la Asociación Americana del Tiroides recomienda la práctica de estudios de screening con mediciones de TSH comenzando a los 35 años y cada cinco años a partir de entonces. Las personas con síntomas y con signos potencialmente atribuibles a disfunción tiroidea y aquellos que muestran factores de riesgo para su desarrollo pueden requerir unos estudios de TSH más frecuentes. Asociaciones como el American College of Physicians recomiendan el realizar este screening en mujeres a partir de los 50 años. Dadas las potenciales implicaciones del HSC en la interrupción del embarazo y en el desarrollo neuropsiquiátrico del feto, se ha sugerido el realizar estudios de seguimiento más intensos en las mujeres embarazadas y aquellas que desean quedarse embarazadas. Antes de recomendar un screening rutinario de la población general, son necesarios ensayos clínicos a gran escala que determinen que el tratamiento mejorará la calidad de vida en pacientes por otra parte sanos con unos niveles de TSH moderadamente elevados típicos de la mayoría de casos de HSC. Mientras tanto los médicos debemos de basarnos en nuestra propia experiencia y mantener valores superiores de TSH bajos en mujeres que presenten síntomas vagos sugestivos de hipotiroidismo, en aquellas mujeres embarazadas o que van a quedarse embarazadas, o aquellas personas con una historia familiar de enfermedad tiroidea autoinmune. El tratamiento de pacientes con HSC se encuentra sujeto a controversia, sobre todo en el grupo de pacientes con niveles de TSH entre 5 y 10 mIU/L. La mayor parte de los tiroidólogos están de acuerdo en que los pacientes con niveles de TSH por encima de 10 mIU/L deben de tratarse con hormona tiroidea. Los argumentos más potentes que defienden el tratamiento con hormona tiroidea son el alto riesgo de progresión a hipotiroidismo abierto, el posible aumento de la calidad de vida y la posibilidad de que el HSC sea un factor de riesgo cardiovascular. Fuente: Mayo Clin Proc. 2009 Jan; 84(1): 65–71. |
AuthorDra.Maria José Hurtado Archives
Febrero 2019
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