La piel es el órgano que nos aísla y nos protege del exterior. Está compuesta por una capa exterior llamada epidermis y una capa más profunda, la dermis.
El funcionamiento de la piel depende del estado general del cuerpo y está controlado por hormonas como las tiroideas. El crecimiento del pelo depende de una manera muy particular de la hormona tiroidea. La producción de las glándulas sebáceas o grasas y el grosor de la piel también dependen de las hormonas tiroideas. En el hipotiroidismo, se produce una reducción del metabolismo. Como sabemos, el hipotiroidismo puede originarse por una enfermedad autoinmune (tiroiditis de Hashimoto) o por una causa secundaria como la cirugía de tiroides, una infección de la glándula tiroidea o traumatismo. El enlentecimiento de la función metabólica resulta en unos síntomas generales que ya conocemos como el cansancio la fatiga o el estreñimiento. En lo que respecta a la piel, en el hipotiroidismo aparece fría, seca y pálida. La sequedad puede ser extrema, incluso con ausencia de sudoración. Las palmas de las manos y las plantas de los pies pueden engrosarse y aparecer secas (queratoderma). El color de la piel puede tornarse amarillo por la alteración en el metabolismo de la vitamina A. Se produce una pérdida de cabello en todo el cuerpo, tanto en el cuero cabelludo como en cejas o pestañas. Se enlentece el crecimiento de las uñas, que aparecen gruesas y frágiles. El cambio cutáneo más frecuente es un mixedema generalizado. Esto es una hinchazón debida a una infiltración por una sustancia mucosa de la zona basal de la piel (dermis). La piel aparece hinchada, seca, pálida y con aspecto de cera. En el mixedema, al contrario que en el edema por otras causas, cuando apretamos con la punta del dedo en la zona hinchada, no se deforma. En la cara, pueden aparecer unos cambios característicos. La nariz puede aparecer engrosada, y los labios y párpados hinchados. Podemos comprobar que también las heridas cicatrizan más lentamente. De todas las alteraciones descritas, el problema más frecuente que se asocia al hipotiroidismo es la sequedad de la piel, que resulta más acusado en el invierno y en zonas poco húmedas y se agrava con la edad. Existen numerosas páginas web con soluciones cosméticas, y secretos de belleza para solucionar los problemas de la piel de las pacientes con hipotiroidismo. Ante todo, lo más importante es tener un control de la enfermedad por un facultativo experimentado, con un correcto balance de los niveles de medicación, y con seguimientos analíticos programados para detectar posibles cambios que obliguen a modificar el tratamiento. Con un control adecuado de la enfermedad, la mayor parte de los problemas cutáneos desaparecerán. Adicionalmente, por supuesto, los tratamientos dermatológicos y cosméticos apropiados dirigidos a mantener una correcta hidratación de la piel también serán de ayuda, sobre todo en casos donde haya una deshidratación cutánea severa. También os recomiendo una hidratación adecuada, con un consumo de agua de al menos un litro y medio al día. Esto, y el control de la enfermedad pueden ser unos grandes “secretos” de belleza. Image courtesy of marin at FreeDigitalPhotos.net El hipotiroidismo puede producir una profunda afectación muscular. Lo que llamamos miopatía hipotiroidea.
Esto no es nada nuevo, de hecho ya existe una primera descripción de esta alteración por el doctor W. Ord en 1880. Existen muchas publicaciones, especialmente en la literatura médica de la primera mitad del siglo XX, que describen las alteraciones musculares en pacientes con hipotiroidismo clínicamente establecido. Básicamente, se produce una atrofia y pérdida del tejido muscular normal que es sustituido por tejido de soporte (tejido conectivo) y grasa. Esto lleva a una atrofia de la musculatura. El problema, se produce cuando la alteración muscular es el primer síntoma del hipotiroidismo. En este caso, pueden aparecer dolores musculares generalizados en los miembros, dolores de espalda, generalmente empeorando por la noche lo que hace despertar en ocasiones a los pacientes. No suelen existir dolores en las articulaciones. La presencia de estos síntomas hace que muchos pacientes comiencen una peregrinación de consulta médica en consulta médica, obteniendo diagnósticos diversos incluyendo la fibromialgia, polimiositis idiopática, cansancio crónico, depresión, etcétera. En otro momento comentaré la relación entre la fibromialgia y el tiroides, que existe, aunque queda fuera del alcance de este artículo. En el caso que nos ocupa, la afectación muscular es consecuencia directa del hipotiroidismo y del descenso del metabolismo, llevando no sólo a las molestias musculares descritas sino también a una debilidad generalizada. La miopatía puede comenzar expresándose como una pérdida de la capacidad diaria en determinadas actividades, como el ejercicio que se realiza habitualmente, paseos, subir escaleras, etcétera, para continuar con el cuadro de molestias musculares generalizadas. Es importante, por lo tanto, en el diagnóstico de las miopatías, obtener siempre unos niveles de TSH, para descartar la posibilidad de un hipotiroidismo como causa de la clínica. Más raramente, puede existir un hipotiroidismo subclínico, que será más complicado de diagnosticar. En estos casos, los pacientes deben evaluarse por un médico experimentado que pueda detectar síntomas que orienten hacia el hipotiroidismo (aún con una TSH normal), aunque ni siquiera el paciente le de importancia a estos síntomas. La normalización de los niveles hormonales con un tratamiento apropiado, y el inicio de tratamiento hormonal en los casos de hipotiroidismo subclínico, llevará a una mejoría de la función muscular y a una recuperación de la actividad normal. Image courtesy of Flare at FreeDigitalPhotos.net Mucho se ha escrito en Internet, acerca del potencial “peligro” de las verduras crucíferas en la dieta del paciente con hipotiroidismo. Veamos cuál es la situación real de este tema en la actualidad.
Las verduras crucíferas están muy presentes en la alimentación de nuestro entorno, e incluyen numerosas plantas como el brócoli, la col, la col de Bruselas, la coliflor o el nabo. El argumento que se propone en estas páginas web, es que existen unos productos derivados del metabolismo de estos alimentos, que compiten por la captación de yodo en el tiroides, impidiendo la síntesis de hormonas. En primer lugar, ya se podría responder a este argumento, que en un paciente hipotiroideo, en tratamiento con hormona tiroidea, el tiroides no funciona aunque se le aporte la suficiente cantidad de yodo. Ya se le aporta la hormona como tratamiento. Pero es que, ni siquiera en los pacientes con hipotiroidismo subclínico sin diagnóstico ni tratamiento, se ha demostrado que este tipo de alimentos sean dañinos para su tiroides. Las verduras crucíferas contienen componentes llamados glucosinolatos, que se metabolizan en isocianatos. Estos compuestos, han demostrado un potente efecto protector ante numerosos cánceres, incluyendo el cáncer de mama, próstata, cáncer colorrectal, cáncer de vejiga y cáncer de pulmón. De hecho, estas verduras también protegen del cáncer tiroideo. La preocupación sobre los efectos potenciales de las verduras crucíferas sobre la función tiroidea proviene de estudios sobre modelos animales, que sugerían que determinados productos de la degradación de los glucosinolatos podrían interferir con la síntesis de hormona tiroidea o competir con la captación tiroidea de yodo. Sin embargo, estos son publicaciones muy teóricas y no se han demostrado estos efectos sobre humanos. No se ha demostrado en ningún estudio sobre humanos que exista una deficiencia de la función tiroidea derivada del consumo de verduras crucíferas. Se ha realizado un único estudio que conozcamos hasta ahora, en el que no se observaron efectos sobre la función tiroidea en pacientes que consumieron 150 g de coles de Bruselas cocinadas diariamente durante un mes. El consenso científico actual es que las verduras crucíferas podrían ser únicamente perjudiciales para la función tiroidea en casos de deficiencia de yodo o de insuficiente ingesta de yodo. La deficiencia de yodo es un problema que pueda aparecer en aquellos que siguen una dieta basada en verduras, dado que el yodo no es abundante de forma natural en los alimentos excepto en el pescado, moluscos y algas. La sal yodada es la fuente principal de yodo en la dieta occidental. En casos de dieta vegetariana con poco consumo de sal, podría existir una deficiencia de yodo. La alarma (circulando en internet por algunos autores) de que los pacientes con hipotiroidismo deberían reducir o evitar el consumo de col rizada u otras verduras de esta familia es, por tanto, infundada, y hace un flaco favor a la comunidad. No existe ningún beneficio en evitar o restringir la toma de estas verduras tanto en aquellos con una función tiroidea normal como en pacientes hipotiroideos. De hecho, como he mencionado, estos productos tienen numerosos beneficios anti cáncer, y se asocian con una reducción del riesgo de muerte prematura, por lo que su consumo es beneficioso. Estos beneficios son muy superiores al riesgo de una modesta y no claramente demostrada disminución de la función tiroidea, que solo podría ocurrir en casos de un consumo exageradísimo de estos productos crudos o si existiera un déficit de yodo significativo. Como siempre, la moderación y la variedad de productos en el consumo es el mejor de los consejos. Mi recomendación es consumir estas verduras de forma habitual, en el contexto de una variedad saludable de frutas y verduras, legumbres y semillas. Mejor consumir las verduras crucíferas al vapor o con ligera cocción para que no pierdan propiedades. Y asegurad un consumo adecuado de yodo. Image courtesy of Bill Longshaw at FreeDigitalPhotos.net Referencias: Higdon J, Delage B, Williams D, et al: Cruciferous vegetables and human cancer risk: epidemiologic evidence and mechanistic basis. Pharmacol Res 2007;55:224-236. Liu X, Lv K: Cruciferous vegetables intake is inversely associated with risk of breast cancer: A meta-analysis. Breast 2012. Bosetti C, Negri E, Kolonel L, et al: A pooled analysis of case-control studies of thyroid cancer. VII. Cruciferous and other vegetables (International). Cancer Causes Control 2002;13:765-775. Higdon J, Drake VJ: Cruciferous Vegetables. In An Evidence-based Approach to Phytochemicals and Other Dietary Factors 2nd edition: Thieme; 2013 Krajcovicova-Kudlackova M, Buckova K, Klimes I, et al: Iodine deficiency in vegetarians and vegans. Ann Nutr Metab2003;47:183-185. McMillan M, Spinks EA, Fenwick GR: Preliminary observations on the effect of dietary brussels sprouts on thyroid function. Hum Toxicol 1986;5:15-19. Últimamente, han proliferado de una manera extraordinaria las páginas web en las que se describen las propiedades “mágicas” del aceite de coco virgen, para casi todas las dolencias y, como no, la sencilla manera con la que se puede comprar este producto a través de Internet.
Podremos discutir algunas de las propiedades del aceite de coco desde un punto de vista médico, y siempre, por supuesto, apoyándonos en las publicaciones científicas pertinentes. Lo que no puedo tolerar, es navegar por Internet y encontrarme páginas web con títulos como: “Consiga dejar su medicación de la tiroides y comience a consumir aceite de coco” (https://argentinasinvacunas.wordpress.com/2014/08/01/consiga-dejar-su-medicacion-de-la-tiroides-y-comience-a-consumir-aceite-de-coco/) o “Get off your thyroid medication and start consuming coconut oil” (http://healthimpactnews.com/2013/get-off-your-thyroid-medication-and-start-consuming-coconut-oil/). Ante todo: el aceite de coco no es útil en el tratamiento de la patología tiroidea. No existe ningún tratamiento alternativo a las hormonas tiroideas exógenas para el hipotiroidismo. Es curioso, que de todas las páginas web que he consultado en las que defienden el aceite de coco como tratamiento del hipotiroidismo, ninguna está firmada por un médico especialista y en ninguna encontramos una base científica que lo justifique. Sí existen artículos experimentales y sobre ratones, pero sobre otros efectos del aceite de coco. Por lo tanto, nos encontramos en primer lugar ante un intrusismo profesional, pero, sobre todo, ante una estafa, y una amenaza sanitaria. El argumento “estrella” de aquellos que sugieren las bondades del aceite de coco para el tratamiento del hipotiroidismo es (y lo encuentro como un “copia y pega” en casi todas las páginas igual), que el aceite de coco disminuye la inflamación y permite que se regenere el tiroides para que vuelva a producir hormona por sí mismo. Lo cierto, es que una vez el tiroides es atacado por el sistema inmunitario, y pierde la capacidad de producir hormona tiroidea, ningún tratamiento conocido va ser capaz de regenerar esa glándula para que vuelva a producir por sí sola la cantidad de hormona necesaria. También defienden la gran capacidad antibacteriana de algunos componentes de este aceite. La capacidad bactericida del ácido láurico, que es la piedra angular de los defensores de este medicamento, es un hecho que se conoce desde el año 1966, en un estudio publicado por el doctor Jon Kabara. Resulta curioso que, conociéndose desde entonces, no se haya utilizado como método antibiótico en las enfermedades infecciosas en las últimas décadas. Podría extenderme aportando datos, artículos y publicaciones médicas que desmontan los argumentos de todas estas páginas, pero no es el el objeto de este post. Mi consejo: desconfiad de las páginas web en las que se propongan tratamientos “naturales” del hipotiroidismo basados en dieta, estilos de vida, evitar determinados alimentos, etcétera. La mayor parte de las páginas que he visitado carecen de ningún sentido científico y podrían incitar a abandonar la medicación hormonal sustitutoria sin la cual los pacientes hipotiroideos volverán a desarrollar, sin duda, los síntomas de su enfermedad. El extracto de tiroides desecado, preparado a partir de glándulas tiroideas animales, era la forma habitual de tratamiento para el hipotiroidismo antes de que se descubrieran las hormonas tiroideas individuales T3 y T4, y se obtuvieran de forma sintética para su comercialización.
Durante la década de los 60, numerosos médicos empezaron a suspender el uso del tiroides de origen animal, ya que se comprobó que su potencia y efectividad podía variar entre los distintos lotes, lo que hacía difícil la optimización y el mantenimiento de los niveles de hormona tiroidea del paciente. Actualmente, el tiroides desecado, también llamado “Armour Thyroid” (literalmente, tiroides blindado), se obtiene del tiroides de cerdo. Existen numerosas páginas webs y foros, que animan al consumo de este tipo de medicamento, bajo la etiqueta de que se trata de una medicación “natural”. No obstante, me veo en la obligación de desmentir el hecho de que este tipo de tratamiento sea mejor que el tratamiento con tiroxina y el hecho de que sea un tratamiento natural. Permitidme, que os ofrezca la opinión sobre este asunto de dos de las asociaciones más importantes de tiroides en el mundo como son la Asociación Americana del Tiroides (American Tryroyd Association-ATA-) y la Asociación Británica de Tiroides (British Thyroid Association-BTA-) La Asociación Americana del Tiroides (ATA), establece que (textualmente): “aunque el tiroides desecado contiene tanto T4 como T3, el equilibrio de T4 y T3 en los animales no es el mismo que en los humanos, por lo que las hormonas en pastillas de tiroides animal no son necesariamente “naturales” para el cuerpo humano. Aún más, las cantidades tanto de T4 como de T3 pueden variar en cada lote de tiroides desecado, dificultando el mantenimiento de unos niveles sanguíneos adecuados de hormona. Finalmente, también las píldoras de tiroides desecado tienen productos químicos en su interior, para estabilizar el medicamento, por lo que no son completamente “naturales”. El tiroides desecado de origen animal raramente se prescribe, y no existe evidencia de que el tiroides desecado tenga ninguna ventaja sobre la hormona T4 sintética” (obtenido de: FAQ: Thyroid treatment. American Thyroid Association. Página web June 6, 2012.). También encontramos en la Asociación Británica del Ttiroides (BTA), advertencias contra el uso de hormona tiroidea desecada. En la guía de esta sociedad se destaca que los extractos de tiroides desecado muestran unas cantidades excesivas de T3 en relación a T4 en comparación con los niveles hormonales humanos. Establecen que existen fluctuaciones potenciales en los niveles hormonales, que puede ser impredecibles y determinar efectos adversos sobre la salud de los pacientes. Destacan que no existe evidencia que favorezca la prescripción de este tipo de medicación en el tratamiento del hipotiroidismo en el Reino Unido sobre el tratamiento de T4 sintética. Adicionalmente, también establecen que el coste del tratamiento con tiroides desecado puede ser superior a 20 libras al mes en comparación con una libra al mes de tratamiento con tiroxina. (Fuente: Armour Thyroid (USP) and combined Thyroxine/Tri-iodothyronine as thyroid hormone replacement. A statement from the British Thyroid Association Executive Committee. February 2007). Las guías de estas dos importantes asociaciones dejan nítidamente clara la poca efectividad del tratamiento con tiroides desecado e incluso su potencial peligro en circunstancias como el embarazo, donde alertan que no se debería emplear dado que los bajos niveles de T4 que pueden ocurrir con este tratamiento podrían determinar unos niveles intelectuales subnormales en el recién nacido. Los datos aportados, parecen mostrar con claridad los riesgos que conlleva el tratamiento con hormona tiroidea desecada de animales a pesar de que existen numerosas páginas web y foros en los que se destacan las grandes ventajas de este medicamento. En mi opinión, y coincidiendo con otros muchos colegas, creo que se debería desconfiar de las personas que prescriben esta medicación, y que quizá no siempre son médicos. No resulta extraño en mujeres de mediana edad el comprobar como experimentan una debilidad progresiva y pérdida del cabello.
Habitualmente, se trata de mujeres en la cuarta y quinta décadas de la vida, probablemente en su mejor momento personal y profesional. A pesar de encontrarnos en una sociedad que consideramos “avanzada”, existen algunas condiciones, que todavía generan cierto rechazo social y cierta vergüenza en las personas que las padecen, y la alopecia en las mujeres jóvenes es probablemente una de ellas. Esta condición, puede limitar las actividades habituales de las mujeres que la padecen, llevando incluso a iniciar o agravar cuadros de depresión que suelen asociarse a las alteraciones hormonales producidas por la menopausia o por otras patologías como el hipotiroidismo. En ocasiones, cuando se sufren estos problemas, se pueden achacar a la edad, la menopausia, el estrés o incluso a factores genéticos: “ya le ocurrió a la abuela”…Indudablemente algunos de estos factores pueden influir en la aparición de alopecia, pero hay otras razones frecuentes y menos conocidas. La buena noticia, es que existen muchas razones médicas que pueden explicar esta condición, y sobre las cuales se puede realizar tratamiento recuperando el cabello perdido y evitando la caída del mismo en el futuro. El hipotiroidismo sin diagnosticar o mal controlado La caída de cabello es uno de los síntomas probablemente más característicos del hipotiroidismo. El hipotiroidismo puede permanecer sin diagnosticarse durante muchos años, bien porque aparece como una variedad de hipotiroidismo subclínico, con niveles normales o casi normales de TSH, o bien porque aparece con síntomas como la depresión o el estreñimiento que no se relacionan con la enfermedad. El déficit de hormona tiroidea determina una alteración del desarrollo del cabello, con fragilidad y pérdida del mismo. La anemia Pero además, en el hipotiroidismo solemos encontrar la aparición de una anemia asociada, originada por la falta de estimulación de producción de los glóbulos rojos por las hormonas tiroideas. La anemia, es una causa bien conocida de pérdida del cabello, que pueda aparecer también en el hipotiroidismo o bien por otras causas como abundantes sangrados menstruales en la perimenopausia o por falta de hierro en la dieta. Déficit de zinc Recientemente, se ha relacionado también la aparición de una alopecia severa en casos con déficit de zinc. Además, se ha demostrado, que la deficiencia de zinc es también una causa de hipotiroidismo, ya que el zinc participa en la formación de numerosas enzimas que intervienen en la cadena de producción de hormona tiroidea. En el caso de déficit de zinc, la pérdida de cabello comienza en la región occipital y se puede extender al resto de la cabellera. En los casos severos, puede haber una pérdida total del cabello y de las uñas. Por lo tanto, el déficit de zinc únicamente ya es una causa de pérdida del cabello, pero es que además genera hipotiroidismo, habitualmente subclínico, que es otra de las causas de pérdida del cabello y que además puede determinar la aparición de una anemia para agravar el cuadro. El diagnóstico del hipotiroidismo subclínico, no puede basarse únicamente en la valoración de TSH, ya que puede estar dentro del rango normal, sino que a veces hay que hacer un análisis más exhaustivo de hormonas tiroideas, anticuerpos antitiroideos, y fundamentalmente basarse en la exploración clínica, en la sintomatología de las pacientes y en el estudio estructural mediante ecografía del tiroides. La corrección del hipotiroidismo mediante la administración de tratamiento hormonal sustitutorio, determinará una recuperación y crecimiento del cabello caído, que aparecerá nuevamente con sus características y fuerza original. Si fuera necesario, en caso de déficit de hierro (anemia) o de zinc, se corregirían los factores mediante la administración de suplementos de estas sustancias. Generalmente, la anemia asociada al hipotiroidismo, desaparece con el tratamiento de éste. Image courtesy of marcolm at FreeDigitalPhotos.net Estas dos condiciones presentan una serie de características comunes que pueden hacer confundir una con otra aunque también pueden coexistir ambas. La perimenopausia es universal, ocurre en todas las mujeres. Entendemos por perimenopausia la transición normal o fisiológica entre los ciclos menstruales potencialmente fértiles y la menopausia, la fase final de la vida reproductiva. La perimenopausia puede comenzar a partir de la treintena hasta finales de los 40. La menopausia ocurre a una edad media de 51 años pero puede empezar normalmente entre los 40 y 55 años. El hipotiroidismo es una enfermedad que afecta más a las mujeres que a los hombres, y se diagnóstica cada vez más frecuentemente con el aumento de la edad. Aunque existen muchas causas de hipotiroidismo, la más frecuente es la tiroiditis autoinmune o tiroiditis de Hashimoto. Tanto el hipotiroidismo como la perimenopausia se asocian a unos síntomas comunes entre los que se pueden incluir el aumento de peso, los problemas de sueño, la fatiga crónica con pérdida de energía, las alteraciones menstruales (a veces incluso con sangrados profusos) o la depresión. Estos síntomas, en el caso de la perimenopausia se deben a las alteraciones hormonales y en el caso del hipotiroidismo a la caída del metabolismo por la disminución de hormona tiroidea en sangre. ¿Cómo se puede diferenciar entre la perimenopausia y el hipotiroidismo? Evidentemente, si los síntomas aparecen fuera de la edad que corresponde a la perimenopausia se debe sospechar la posibilidad del hipotiroidismo. Existen algunos síntomas típicos del hipotiroidismo, como es la caída del cabello, que no aparecen en la perimenopausia. Uno de los síntomas típicos de la perimenopausia son los sofocos y la sudoración nocturna, aunque también en ocasiones se producen disregulaciones térmicas en el hipotiroidismo. Sin embargo, en general podemos decir que los síntomas del hipotiroidismo y de la perimenopausia se pueden superponer, sin poder diferenciar clínicamente con claridad entre las dos entidades. Dada la similitud de los síntomas entre ambas condiciones, sería recomendable ante la aparición de estos síntomas consultar con su médico para realizarse un sencillo análisis de hormona estimulante del tiroides (TSH), que indicará si existe o no una alteración en el funcionamiento de la glándula tiroides. Debemos destacar, que es frecuente la aparición de un cuadro de hipotiroidismo precisamente en estas edades perimenopáusicas, con lo que se agravan y potencian algunos de los síntomas como las alteraciones del sueño la fatiga o la depresión. Sin embargo, existe un pensamiento popular en ocasiones, que tiende a minimizar estos síntomas de fatiga y depresión, considerándolos como normales en el contexto de la edad o de las alteraciones menstruales. Además, en muchas ocasiones, la aparición de estos síntomas es progresiva y muchas mujeres se “hacen” a ellos. Por lo tanto, creo que se debe conceder estos síntomas la importancia que requieren, y consultar al médico o ginecólogo en caso de duda. La perimenopausia es un proceso normal y fisiológico, con una duración definida y que no debe alterar significativamente la actividad cotidiana de las mujeres en este momento de su vida. El hipotiroidismo, es una enfermedad que requiere un tratamiento, y que en caso de no diagnosticarse, puede determinar una pérdida muy importante de la calidad de vida de estas pacientes, originando y manteniendo el aumento de peso, depresión, fatiga, insomnio etcétera, y que sería muy sencillo de controlar mediante un tratamiento hormonal suplementario. Las hormonas tiroideas tienen profundos efectos en la reproducción y en el embarazo. La disfunción tiroidea está implicada en un amplio espectro de desórdenes reproductivos, desde un desarrollo sexual anómalo a irregularidades menstruales e infertilidad.
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AuthorDra.Maria José Hurtado Archives
Febrero 2019
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Todo
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