Ya sabemos que cuando hay una falta de hormona tiroidea
(hipotiroidismo) se traduce en un enlentecimiento del metabolismo, lo que causa
síntomas como el cansancio o el estreñimiento.
Cuando se frena la actividad del tiroides, también se frena
la capacidad del cuerpo de procesar el colesterol.
Este retraso en el proceso del colesterol puede ser explicado
por la reducción en el número y en la actividad de lo que se denominan los
receptores LDL. Estos receptores LDL ayudan a eliminar el colesterol “malo” del
organismo; cuando se reduce el número de receptores, las proteínas LDL se
acumulan en el torrente sanguíneo, incrementando tanto los niveles de LDL como
los de colesterol total.
En relación con el riesgo del aumento del colesterol, un
estudio del año 2008 mostró que los pacientes con hipotiroidismo tenían también
un incremento del riesgo de padecer una enfermedad coronaria mortal. Se
encontró que esta relación era más acusada entre las mujeres que entre los
hombres.
Incluso en casos con una reducción ligera de los niveles de
hormona tiroidea (en el hipotiroidismo subclínico que en muchas ocasiones no es
tratado) se ha comprobado la asociación con un aumento de los niveles de
colesterol.
En consecuencia, resulta recomendable para cualquier persona
con niveles elevados de colesterol la realización de un test para descartar la
posibilidad de hipotiroidismo. De la misma manera, los pacientes con
hipotiroidismo deben de mantener un control analítico del colesterol y de la
enfermedad cardiovascular.
En ocasiones, el tratamiento del hipotiroidismo por sí solo
puede corregir el aumento de colesterol en algunos pacientes, aunque en otros
casos será necesario añadir medicación específica para reducir los niveles de
colesterol.